domingo, 8 de octubre de 2017

No me toquen, estoy trabajando


En el casco histórico esta mañana. Fotos hechas desde el autobús.





          Aún así, una descerebrada de mediana edad (o una analfabeta que se perdió las clases para aprender a leer) ha intentado tocarle la cola. Bastante tiene ya el pobre perro lazarillo con las calles tan concurridas en estas fechas, como para además tener que aguantar los manoseos.

          Que sí, que los labradores son muy bonitos, pero no es un peluche ni es tuyo. ¿Te gustaría que un montón de desconocidos te hicieran lo mismo cuando vas por la calle?



          Tantos siglos viviendo con ellos y todavía no sabemos cómo saludarlos: pedir permiso al dueño, acercarse despacio, dejar que te huela y, si nos responde cariñosamente, acariciarlo (mejor por los lados) con suavidad y mesura, que no estamos haciendo albóndigas. Nunca hay que tocarlos directamente por encima.

          Claramente en los colegios faltan asignaturas para la vida diaria: primeros auxilios, normas de convivencia básicas que algunas familias parecen ignorar y no enseñan, etc.

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