domingo, 31 de enero de 2021

Ni cronista ni periodista

          Estos meses podría haber hecho una especie de reportaje covidiano con los textos de los carteles de los negocios cerrados temporalmente durante el confinamiento, fotografiables en las salidas obligadas o necesarias: desde las “causas sanitarias” a los “cerrados por vacaciones” chinos (oxímoron impagable).

Lo malo no es la postdata, sino los comercios que no lo indican en ninguna parte, pero lo aplican a todos sus productos, aunque no sean alimenticios (abril de 2020)


  

          Podría fotografiar ahora los establecimientos de siempre que lamentablemente han cerrado e incluso compararlos en el otro blog, Y Zaragoza fluye, con los nuevos, que seguro que serán franquicias extranjeras o dominadas por las mafias: tanto monta, monta tanto.

 

Literatura de ascensor, muy entretenida cuando el volumen de la compra no te permite subir por las escaleras. Lo de las sanciones suena a unicornio rosa invisible o a los desaparecidos billetes “bin laden”, que poca gente había visto (mayo de 2020).

 


          Podría fotografiar escaparates llenos de mascarillas variadas, desde las pilaristas a las que llevan textos malsonantes o divertidos

 

- Te dejo la mascarilla en la entrada de la posada.

La Posada de las Almas (julio de 2020)


Un vecino cualquiera (julio de 2020)

 


          Podría fotografiar y grabar vídeos de transeúntes que no llevan tapabocas, las mal llevan de todos los modos posibles (en el cuello, el codo, la frente, con la nariz por fuera, poco ajustadas, etc.) o las manipulan sin cuidado, como si fueran una croqueta en manos de un cocinero, porque no piensan que el virus puede haber llegado a su mascarilla. Tendría que emborronarlos previamente porque es ilegal.


La vaquica franquiciada la lleva mejor que mucha gente
(agosto de 2020)



           Podría comparar cómo ha cambiado el volumen poblacional de las zonas verdes, etc.


Respeto no es que haya mucho, con o sin pandemia (junio de 2020).



Yo sé que lo intentan, pero si no me pusieran un paréntesis después de un punto y me abrieran los signos de admiración en la onomatopeya de la tos, me harían más feliz.




           Podría, pero prefiero salir sólo lo imprescindible, aunque pierda esa posibilidad (que cronistas y periodistas ya estarán aprovechando), como la perdí en el año 11, que no hice fotos y Zaragoza cambió en las zonas afectadas por las obras del tranvía, especialmente en el casco y el centro.


Nieve desde casica. Gracias a la borrasca del Ruiseñor (enero de 2021)


 

          No obstante, creo que las siguientes imágenes de noviembre del año pasado son lo suficientemente expresivas para describir la situación actual y futura.


Calle Predicadores





 


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