miércoles, 18 de abril de 2018

Nupcias inquietantes


Esta boda no augura nada bueno. Con lo anoréxica que está la moza, tampoco me extraña.

"Soy el de la guadaña", que decía aquél en El sentido de la vida de los Monty Python. Será cosa del paté de salmón.

Estoy detrás de ti.

Las invitadas del otro lado del escaparate están cotilleando sobre el tema.



 
          Durante la pasada Semana Santa, algunos negocios de la calle Don Jaime prestaron sus escaparates para una exposición sobre los hábitos de las cofradías y hermandades zaragozanas.

          Los hábitos de los cofrades me resultan inquietantes. Será quizá por algún terror al Santo Oficio (sambenitos y capirotes) grabado en el ADN familiar, será por la tristeza y el temor (y el repelús de penitentes y músicos ensangrentados) que me inspiraban los pasos de Semana Santa en la infancia o simplemente por la influencia del cine anglosajón y sus historias sobre racismo.

          Animo a quienes no lo hayan hecho nunca a que la mañana de Viernes Santo se pasen por las iglesias donde se guardan los pasos y observen a los custodios ataviados de dicha guisa: inmóviles, fríos. Te observan desde el anonimato. La primera vez pensé que eran maniquíes que mostraban el hábito. ¡Qué susto me llevé cuando uno se movió levemente! Fue en la Iglesia de Santo Tomás de Aquino, la de los Escolapios.




Este cofrade parece menos amenazante: se le ven las manos y ella no lo tiene detrás, acechando.







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