Esta
boda no augura nada bueno. Con lo anoréxica que está la moza,
tampoco me extraña.
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"Soy
el de la guadaña", que decía aquél en El sentido de la
vida de los Monty Python. Será cosa del paté de salmón.
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Estoy detrás de ti. |
Las invitadas del otro lado del escaparate están cotilleando sobre el tema. |
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Durante
la pasada Semana Santa, algunos negocios de la calle Don Jaime
prestaron sus escaparates para una exposición sobre los hábitos de
las cofradías y hermandades zaragozanas.
Los
hábitos de los cofrades me resultan inquietantes. Será quizá por
algún terror al Santo Oficio (sambenitos y capirotes) grabado en el ADN
familiar, será por la tristeza y el temor (y el repelús de penitentes y músicos ensangrentados) que me inspiraban los pasos de
Semana Santa en la infancia o simplemente por la influencia del cine
anglosajón y sus historias sobre racismo.
Animo
a quienes no lo hayan hecho nunca a que la mañana de Viernes
Santo se pasen por las iglesias donde se guardan los pasos y observen a los
custodios ataviados de dicha guisa: inmóviles, fríos. Te observan
desde el anonimato. La primera vez pensé que eran maniquíes que
mostraban el hábito. ¡Qué susto me llevé cuando uno se movió levemente! Fue en
la Iglesia de Santo Tomás de Aquino, la de los Escolapios.
Este
cofrade parece menos amenazante: se le ven las manos y ella no lo
tiene detrás, acechando.
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