Fotografía
de diciembre de 2016.
Las
voluptuosas columnas salomónicas de la entrada de la Iglesia de San
Felipe me recuerdan a la cabellera rizada de la Ligeia
de Poe:
“and then the raven-black, the glossy, the luxuriant and
naturally-curling tresses, setting forth the full force of the
Homeric epithet, ‘hyacinthine!’”.
Curiosamente,
en español no existe el adjetivo “jacintino” con el sentido del
texto inglés (que es con el que titulo esta entrada), sino con el de
color violeta.
∬·∬
La
portada es obra del cantero Francisco de Urbieta. Al parecer, una de
las columnas fue destruida durante los Sitios y fue rehecha
posteriormente. Desconozco
si son de mármol de Calatorao, como las del baldaquino berniniano
del Altar Mayor.
Esta
iglesia es una especie de cajón de sastre que recoge restos de otras
construcciones: una de sus campanas, instalada hace un par de años,
y el chapitel de la torre (campanas, bola, veleta y cruz) proceden de
la Torre Nueva; por otro lado, su puerta de acceso perteneció a la
Basílica del Pilar.
Imagen de enero de 2006, digitalizada con poca calidad. |
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