Flânerie de este mes por el Cementerio
de La Cartuja: el último peldaño de la escalera al limbo.
Tus padres no te ol... Pero
los demás sí y pisotean la lápida que aquéllos te pusieron
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Cuando ya nadie nos recuerda
(con afecto), dejamos de existir por completo y el respeto se esfuma.
Es paradójico que en un país
históricamente ultracatólico, que gasta un dineral en boatos funerarios, haya tan
poco miramiento hacia los difuntos (ajenos). Así nos va, que ni sabemos por dónde
yacen los restos de nuestras personalidades de antaño, y no siempre por culpa
de los franceses.
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