Esta bocacalle tan bonita y recogida me genera una reflexión sobre un estado futurible. Me imagino que cuando dejemos de estar “confitados”, muchas personas, anónimas y conocidas, querrán verter en modo artístico sus experiencias y fantasías provocadas por estas semanas de hecatombe y de ruptura de rutinas: libros, pintura, audiovisuales, etc. Todos ellos querrán ser artistas y famosos, si no lo son ya, y tener éxito. Sus obras serán mayor en número y más elaboradas que los improvisados ejemplos que ya hay actualmente.
Pero entonces, la gente estará saturada y deseando olvidarse de lo vivido para enfrentarse al presente y recomponer sus costumbres y sus vidas. Muy pocos de estos creadores, salvo los que ya tuvieran fans, y algún otro caso aislado, lograrán obtener la atención y el aplauso del público.
No ha sido intencionado que el chapitel de San Francisco de Borja quedara sobre la farola |
Me recuerda de algún modo a la situación que vivieron muchos supervivientes de los campos de concentración: cuando volvieron a sus lugares, quisieron contar los horrores que habían padecido, pero sus vecinos y familiares no les quisieron escuchar y les contestaron algo así como: “¿Y crees que aquí no hemos sufrido? Hemos pasado hambre, nos han bombardeado, han matado a muchos...”. Los supervivientes de los campos optaron por callar durante décadas.
La diferencia es que en nuestra sociedad narcisista y exhibicionista los autores y pseudoautores no se callarán y acabaremos más saturados aún de lo que ya estamos de sus interesantísimas vivencias y creaciones: los rastrillos se llenarán de sus obras no valoradas, todas las series televisivas americanas aludirán a esta pandemia durante décadas, etc. Es un futurible.
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