Desde
hace una década, al recorrido que comunica la finca de La Alfranca
con el Azud se le llama Camino Natural de La Alfranca, pero la zona
de la margen derecha de Las Fuentes siempre ha sido
el Soto de Cantalobos y esperemos que así siga, porque parece que a
los señores de los despachos les gusta quitar los nombres
tradicionales y descriptivos. Ya sustituyeron el sonoro Ranillas por
el largo Parque del Agua Luis Buñuel, por no hablar del también
extenso Parque Grande José Antonio Labordeta. Debe de ser una moda
que también afecta al aeropuerto de Madrid. No tengo nada en contra
de los homenajes a personalidades destacadas, pero tiene gracia que
andemos todos utilizando anglicismos innecesarios que acortan el
lenguaje, y en cambio rebauticemos los lugares con tremendas
parrafadas.
Las
denominaciones tradicionales suelen tener una historia detrás: en
Ranillas se oían cantan las ranas y en Cantalobos probablemente de
oirían aullar los cánidos. Lo que es seguro es que no hace tanto,
antes de su remozado y cuando no estaba tan transitado, por allí
podía verse algún jabalí y algún zorro.
Seguro
que a las aves que anidan en estas cajas nido no les importa que los
lobos o los zorros les hagan los coros.
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A
ver cuánto duran cajas antes de que algún cleptómano se las apropie,
como pasó con las situadas junto a Helios. En este punto, me entran
las dudas porque con estas fotos puedo estar informando a alguno de
esos rateros. Espero que no, sobre todo ahora, que algunas especies
ya están preparando los nidos... ¡y que son bonitos, y que cuestan
pasta y esfuerzo ponerlos, leñe!
Flanêrie campestre de febrero de 2018.
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